Las riquezas
Conversaba un hombre rico y alejado de la fe con un sacerdote, el futuro Cardenal Newman, ya convertido del anglicanismo a Roma.
El rico se ufanaba de sus riquezas y de su indiferencia religiosa. Newman tomó una hoja de papel y escribió: «Dios».
- ¿Ve lo que he escrito en la hoja?
El avaro contestó afirmativamente.
Entonces el sacerdote tomó una moneda de oro, la acomodó sobre la palabra escrita y preguntó de nuevo:
- ¿Ve usted ahora lo que he escrito hace un momento?
- No, ahora sólo veo el dinero.
- En efecto, la riqueza ciega, impide ver a Dios, ¿no le parece?
Crítica recompensada
Luego de haber leído una crítica de un diario acerca de una de sus publicaciones, el Cardenal Newman decía:
- Me siento insatisfecho con la totalidad de este diario. Es más o menos una queja de principio a fin. Pero representa lo que ha sido mi estado mental verdadero y lo que ha sido mi cruz.
Después agregaba:
- Qué cruz tan ligera al ¡pensar lo que son las cruces de otros! Y pensar en la compensación, compensación aún en vida...
Después de esta anotación, solo escribió una línea más:
- Después de haber escrito lo anterior ¡se me ha nombrado cardenal!
La visión del mundo es distinta de la de Dios... |