JUEGOS  FRASES  ANECDOTAS  TEXTOS  IMAGENES  CELU  CANCIONERO  VIDEOS  SERVICIOS

 

ANÉCDOTAS DE SANTOS


Santa Faustina Kowalska

Santa Faustina Kowalska

(Ver frases de Santa Faustina)

 

 

¿Estúpida o santa?

Cuenta la misma Faustina…:

Cuando me despedía de las hermanas y estaba ya por partir, una de las hermanas me pidió mucho que la perdonase por haberme ayudado tan poco en mis deberes, y no solamente por no haberme ayudado en mis deberes, sino que por haber tratado siempre de hacérmelos difíciles. Sin embargo, yo dentro de mí la consideraba mi gran bienhechora, porque me había ejercitado en la paciencia. Me ejercitaba hasta tal punto que una de las hermanas de mayor edad se expresó así:

    -    Sor Faustina es estúpida o santa, porque, a decir verdad, una persona normal no soportaría que alguien le llevara siempre la contraria.

Yo, sin embargo, me acercaba siempre a ella con amabilidad. Aquella hermana se empeñaba tanto en hacerme difícil el cumplimiento de mis deberes que, a pesar de mis esfuerzos, más de una vez consiguió estropear algo de lo que estaba bien hecho, como ella misma confesó en la despedida, pidiéndome mil disculpas.

 

La belleza de Jesús

Santa Faustina es llamada secretaria y apóstol de la Divina Misericordia, por sus revelaciones de Jesús Misericordioso y el llamado concreto que Él le hizo.

El cuadro de Jesús Misericordioso fue pintado a pedido del beato P.Sopocko, confesor de la santa. Faustina, al ver que Jesús no estaba tan bello como lo era en las visiones que ella tenía, se entristeció y se quejaba llorando:

    -    ¿Quién te pintará tan bello como eres?

En respuesta a su pregunta, oyó una voz que le decía:

    -    Ni en la belleza de la pintura ni del pincel consiste la grandeza de este cuadro, sino en mi Gracia.

 

Te lo ofrezco, Señor

Cuenta la santa en su diario:

Durante la meditación, la hermana que tiene su reclinatorio al lado del mío, carraspea y tose continuamente, a veces sin interrupción  Una vez me vino la idea de cambiar de lugar para el tiempo de meditación, en vista que era ya después de la Santa Misa; sin embargo pensé: si cambio de lugar la hermana se dará cuenta y sentirá, quizá, un disgusto por haberme alejado de ella.  He decidido continuar en la oración y en mi lugar ofreciendo a Dios un acto de paciencia.  Al final de la meditación mi alma fue inundada de tanta consolación enviada por Dios cuanta pudo soportar mi corazón y el Señor me hizo saber que si me hubiera alejado de esa hermana me habría alejado también de las gracias que descendieron sobre mi alma.

 

Tú me bastas...

Estando Santa Faustina enferma en un hospital, ella misma narra en su diario:

“Hoy he sentido angustia porque hace ya una semana que no viene nadie a visitarme; cuando me quejaba ante el Señor, me contestó: 

    -    ¿No te es suficiente que Yo te visito todos los días?  

He pedido perdón al Señor y la angustia ha desaparecido. Oh Dios, fortaleza mía. Tú me bastas.”

 

Misericordia en la miseria

Cuenta Faustina en su diario...

“Una vez, me llamó una de las Madres de mayor edad... Me dijo:

    -    Quítese de la cabeza, hermana, que el Señor Jesús trate con usted tan familiarmente, con una persona tan mísera, tan imperfecta.  El Señor Jesús trata solamente con las almas santas, recuérdelo bien. 

Reconocí que tenia plenamente razón, porque yo soy miserable, sin embargo confió en la misericordia de Dios.
Cuando me encontré con el Señor, me humillé y dije:

    -    Jesús, según dicen, ¿Tú no tratas con las personas miserables? 
    -    Quédate tranquila, hija Mía, precisamente a través de tal miseria quiero mostrar el poder de Mi misericordia.  

Entendí que la Madre quiso solamente humillarme.”

 

Humillación

Cuenta la misma Faustina en su diario:

“Nos reunimos las tres junto a la M. Margarita...  La Madre Margarita empezó con una plegaria y una explicación sobre lo que consiste la tercera probación, y recordó lo grande que es la gracia de los votos perpetuos.  De repente me vino un gran llanto.  En un solo momento, delante de los ojos de mi alma aparecieron todas las gracias de Dios y me vi. tan miserable e ingrata frente a Dios.  Las hermanas empezaron a reprenderme: “¿por qué se puso a llorar tanto?”
Terminada la hora fui delante del Santísimo sacramento y como la miseria y la nada más  grandes, le supliqué por su misericordia que se dignara sanar y purificar mi pobre alma.  De repente oí estas palabras: 

    -    Hija Mía, todas tus miserias han sido quemadas en el fuego de Mi amor, como una pajita arrojada en unas llamas enormes.  Y con esta humillación atraes a ti y a otras almas todo el mar de Mi misericordia. 

Y contesté:

    -    Jesús, forma mi pobre corazón según Tu divina complacencia...

 

 

volver