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ANÉCDOTAS DE SANTOS


Santa Gema Galgani

(Ver frases de Santa Gema)

 

 

Un gato para humillarse

Visitaba un prelado a Santa Gema, y por obediencia, tuvo que presentarse; sólo que, antes de hacerlo, cuidó de agarrar un enorme gato que había en la casa y se presentó ante el prelado con dicho gato en los brazos, acariciándolo y haciéndole monerías. El prelado, que ignoraba por completo que aquella era la primera vez que Gema tomaba en sus brazos a semejante animal, y que lo había hecho solo buscando una humillación (para no pretender que la tomen por santa), cayó en el juego.

    -    Creía visitar a una santa y me encuentro con una idiota - dijo el prelado.

Le volvió la espalda y sólo tuvo un gesto de desprecio hacia ella.
Ella también se dio vuelta y con el gato en brazos, contenta, se ausentó de la sala.

 

Súplica por un pecador

Cierta vez, la santa le pedía a Jesús por un pecador:

    -    Jesús, ya que has venido, vuelvo a suplicarte por mi pecador. Es hijo tuyo y hermano mío, sálvalo, Señor

El Señor, queriendo obrar como justo juez, se oponía a las recomendaciones de su sierva; pero ésta, sin desanimarse, le decía:

    -    ¿Por qué no me escuchas hoy? ¡Has hecho tanto por un alma sola!.. ¿Y no quieres salvar ésta? ¡Sálvala, Jesús, sálvala…! Está bien; pero Jesús, no hables así.. La palabra ‘abandono’ en tu boca, siendo como eres la misma misericordia, suena tan mal, que no debes decirla. Derramaste tu sangre sin medida por los pecadores, ¿y quieres ahora medir la cantidad de nuestros pecados?”

El Señor, a fin de mostrar a su sierva los poderosísimos motivos que tenía para resistir, le manifestó una por una y con sus menores detalles las culpas de aquel pecador…

    -    Lo sé, Jesús, lo sé. Muchas son sus faltas, pero más he cometido yo y me perdonaste. Sí, lo confieso, no merezco que me escuches. Pero te voy a presentar otra intercesora por mi pecador. Es tu misma Madre quien ruega por él. ¿Dirás ahora que no a tu Mamá? A Ella no le puedes decir que no. Ya puedes contestar que has perdonado a mi pecador.

Luego, decía:

    -    Está salvado, está salvado, Jesús, venciste. Triunfa, triunfa siempre y triunfa así.

Muchas veces Jesús quiere nuestra constante intercesión, como nos invita en la parábola del amigo insistente...

 

¿Dónde estuviste?

Superada en cierta ocasión una terrible tentación, cuenta la misma Santa Gema:

“Apenas me puse de rodillas se me presentó Jesús y me entretuve con Él largo rato. Le pregunté dónde había estado...

    -    A tu lado – me contestó.
    -    ¡Oh Jesús mío! Me hizo sufrir mucho aquella bestia infernal, y debo estar llena de pecados con lo mucho que te habré ofendido –
le dije.
    -    No, hija mía, no me has disgustado en lo más mínimo, porque no has consentido en nada –
me respondió Jesús.

Me quedé alegremente con Jesús todo el resto de la noche…”

 

 

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