JUEGOS  FRASES  ANECDOTAS  TEXTOS  IMAGENES  CELU  CANCIONERO  VIDEOS  SERVICIOS

 

ANÉCDOTAS DE SANTOS


Santo Cura de Ars

Santo Cura de Ars

(Ver frases del Santo Cura de Ars)

 

Libro malo

Cuenta el autor de un libro, sobre el Santo Cura de Ars:

En el prólogo, tuve la mala fortuna de trazar a grandes rasgos el cuadro de su vida y de presentarle como un modelo de virtud y de santidad. Al día siguiente, por la mañana me vio en la iglesia y me hizo seña de que le siguiera: su fisonomía revelaba una aflicción y una severidad extraordinarias. Entré con él en la sacristía. Cerró la puerta, y con decisión y derramando abundantes lágrimas, me dijo: “Amigo mío, no le creía capaz de escribir un libro malo.

    -    ¡Oh, señor Cura!...
    -    ¡Es un libro malo… un libro malo...! ¿Cuánto le ha costado a usted? Quiero pagarle en seguida su valor y después iremos a quemarlo.

Estupefacto, preguntábale yo dónde estaba la maldad del libro.

    -    Sí, sí… ¡Es un libro malo…, es un libro malo…!
    -    ¡Pero, dígame, si quiere, por qué…!
    -    Pues bien, por esto, ya que usted se empeña: porque habla de mí como de un hombre virtuoso, como de un santo, siendo así que soy el último de los sacerdotes.
    -    Sin embargo, señor Cura, he mostrado el libro a hombres ilustrados; el señor obispo ha revisado las pruebas; lo ha aprobado. No puede en modo alguno ser malo.

Las lágrimas del Cura de Ars iban aumentando.

    -    Quite usted, me dijo, todo lo que a mí se refiere y será un buen libro.

 

Siéntese

Un día el Cura de Ars, sentado en su pequeña cátedra, catequizaba a una multitud de peregrinos. La gente estaba apretujada hasta el umbral de la iglesia, cuando llegó un pobre, cargado con sus alforjas y apoyado en dos muletas. Quería entrar, pero ¡imposible…! El señor Cura advirtió sus inútiles esfuerzos. De repente, el santo se levanta, pasa por entre la multitud, y atravesando las apretadas filas, lleva de la mano al mendigo. En toda la iglesia no queda libre ni un asiento. El Cura de Ars hace subir al hombre a la tarima y lo sienta en su sitio, desde el que daba su catequesis, y le dice: “¡Ea!” Y continúa hablando de pie…

 

Tal vez, sí...

Cuenta Juana-María Chanay: Le envié una mañana un par de zapatos forrados, enteramente nuevos. iCuál fue mi admiración al verle, por la tarde, con unos zapatos viejos, del todo inservibles! Me había olvidado de quitárselos de su cuarto.

    -    ¿Ha dado usted los otros?, le pregunté.
    -    Tal vez, sí, me respondió tranquilamente.

 

Portarse como los muertos

El Santo Cura de Ars contaba la siguiente anécdota:

“Un santo dijo un día a uno de sus religiosos:

    -    Ve al cementerio e injuria a los muertos.

El religioso obedeció, y al volver el santo le preguntó:

    -    ¿Qué han contestado?
    -    Nada.
    -    Pues bien, vuelve y haz de ellos grandes elogios.

El religioso obedeció de nuevo.

    -    ¿Qué han dicho esta vez?
    -    Nada tampoco.
    -    ¡Ea!, replicó el santo, tanto si te injurian, como si te alaban, pórtate como los muertos.

 

Por si acaso...

En cierta ocasión le preguntan al Santo Cura de Ars:

    -    ¿Por qué se detiene tanto tiempo, después de la consagración, contemplando la sagrada Hostia?

Su respuesta no carece de ingenuidad y profunda humildad:

    -    Por si no tengo la dicha de contemplarlo en el Cielo.

 

Todo para Ella

Corría el año 1854, cerca de que la Iglesia proclamara el dogma de la Inmaculada Concepción... El Cura de Ars preparaba su parroquia para el solemne acontecimiento.
Cuenta la baronesa de Belvey:
“Algunos días antes de la proclamación de esta verdad de fe, oí cómo el siervo de Dios predicaba un sermón, en el cual recordaba con momentos de alegría, todo lo que había hecho por María Inmaculada.
Un escalofrío pasó por todo el auditorio cuando al terminar, exclamó:

    -    ¡Si para dar algo a la Santísima Virgen pudiese venderme, me vendería!”

 

volver