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ARREPENTIMIENTO

Santos

“María se convierte en testigo de la compasión de Dios; sí, esta María... de quien un fariseo quería romper su impulso de ternura. «Si este hombre fuera un profeta, se decía, sabría quien es esta mujer que le toca y lo que es: una pecadora» (Lc 7,39). Pero las lágrimas de María han borrado la suciedad de su cuerpo y de su corazón; se lanzó a los pies de su Salvador, abandonando los caminos del mal. Estaba también sentada a los pies de Jesús y le escuchaba (Lc 10,39). Cuando estaba vivo lo estrechó entre sus brazos; cuando estuvo muerto, lo buscaba. Y encontró vivo a aquel que buscaba muerto. ¡Encontró tal cantidad de gracia en él que fue ella quien llevó la noticia a los apóstoles, a los mensajeros de Dios!
     ¿Qué es lo que debemos ver ahí, hermanos míos, sino es la infinita ternura de nuestro Creador, que para avivar nuestra conciencia, por todas partes nos propone el ejemplo de pecadores arrepentidos? Pongo la vista sobre Pedro, miro al ladrón, examino a Zaqueo, me fijo en María, y no veo otra cosa en ellos que llamadas a la esperanza y al arrepentimiento. ¿Tu fe se ve acechada por la duda? Mira a Pedro que llora amargamente su debilidad. ¿Estás inflamado de cólera contra tu prójimo? Piensa en el ladrón: en plena agonía se arrepiente y gana la recompensa eterna. ¿La avaricia te seca el corazón? ¿Has despojado a alguien? Mira a Zaqueo que devuelve cuatro veces más los bienes que había quitado a un hombre. ¿Preso de cualquier pasión, has perdido la pureza de la carne? Contempla a María que purifica el amor a la carne en el fuego del amor divino.” (San Gregorio Magno)

“Los verdaderos sentimientos de penitencia siempre están acompañados por la esperanza del perdón, y la esperanza es la fuente de la verdadera alegría.” (Fr. Ambrosio de Lombez – Práctica de la paz interior – pág 88)

 

Biblia

"Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", perdónalo." (Lc 17,4)

“Si te conviertes al Señor, tu Dios, y tú y tus hijos le obedecen con todo su corazón y con toda su alma, exactamente como hoy te lo ordeno, entonces el Señor, tu Dios, cambiará tu suerte y tendrá misericordia de ti.” (Dt 30,2-3)

"No reproches al pecador que se arrepiente: recuerda que todos somos culpables." (Ecli 8,5)