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GRACIA


Santos

“Con mucha frecuencia el Señor me concede las mayores gracias cuando yo no las espero en absoluto.” (Santa Faustina – Diario 158)

"La gracia divina es invisible pero es la más real y poderosa de las fuerzas." (San Alberto Hurtado)

“La gracia eleva nuestro ser; la caridad transforma nuestra actividad. Gracia y caridad están siempre unidas. El grado de una marca el grado de la otra. Toda falta grave, sea de la naturaleza que sea, mata en nosotros, al mismo tiempo, la gracia y la caridad.” (Dom Columba Marmion)

“La gracia es la savia que sube de la raíz a los sarmientos.” (Dom Columba Marmion)

“La gracia santificante informa nuestra alma y, dándonos como un ser nuevo, nos hace hijos de Dios” (Dom Columba Marmion – Dios nos visita, Pag 46)

“La gracia de Dios nos ayuda a andar y nos sostiene. Nos es tan necesaria como las muletas a un lisiado.” (Santo Cura de Ars)
 
“La gracia, al igual que el maná que alimentó a los israelitas en el desierto, no se “almacena”. No se pueden obtener reservas de ella; sólo se puede recibir momento a momento. Forma parte de ese “pan de cada día” que pedimos en el Padrenuestro. El hecho de que hoy me sienta tan débil que caiga desmayado por sólo pensar en un pinchazo, no quiere decir que el día de mañana no pueda obtener la gracia del martirio, si eso es lo que se me pide.” (Jacques Philippe)

“Cuando el servidor de Dios es visitado por el Señor en la oración con alguna nueva consolación, antes de terminarla debe levantar los ojos al cielo y, juntas las manos, decir al Señor: “Señor, a mi, pecador e indigno, me has enviado del cielo esta consolación y dulzura; te las devuelvo a ti para que me las reserves, pues yo soy un ladrón de tu tesoro.” Y también: “Señor, arrebátame tu bien en este siglo y resérvamelo para el futuro.” Así debe ser, de modo que, cuando salga de la oración, se presente a los demás tan pobrecito y pecador como si no hubiera obtenida ninguna gracia nueva. Por una pequeña recompensa se pierde algo que es inestimable y se provoca fácilmente al Dador a no dar más.” (San Francisco de Asís)

“La gracia más delicada que pueden pedir para aquellos que aspiran a tener una vida espiritual profunda es la de que se les aumente la luz de Dios. Esta es una luz que no se puede adquirir ni por mucho estudiar ni a través de la instrucción humana, porque la infunde directamente Dios. Cuando el alma recta recibe esta luz, llega a conocer y a amar a Dios y a las cosas eternas en sus meditaciones con extrema claridad y deleite.” (San Pio de Pietrelcina)

“La gracia de Dios es como la lluvia, que a todos moja” (Cura Brochero)

Biblia

En aquellos días, el Señor se le apareció al rey Salomón en sueños y le dijo: "Salomón, pídeme lo que quieras, que yo te lo daré". Salomón le respondió: "Señor, tú trataste con misericordia a tu siervo David, mi padre, porque se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón. Más aún, también ahora lo sigues tratando con misericordia, porque has hecho que un hijo suyo lo suceda en el trono. Sí, tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu siervo, sucediera en el trono a mi padre, David. Pero yo no soy más un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y me encuentro perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo.  Por eso te pido que me concedas sabiduría de corazón para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal. Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan grande?" Al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido sabiduría y le dijo: "Por haberme pedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino sabiduría para gobernar, yo te concedo lo que me has pedido. Te doy un corazón sabio y prudente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti. Te voy a conceder, además, lo que no me has pedido: tanta gloria y riqueza, que no habrá rey que se pueda comparar contigo". (1 Rey 3, 5.7-12)

“El Señor de los burlones se burla, y a los humildes da su gracia.” (Prov 3,34)

“Separados de mí, nada pueden hacer.” (Jn 15,5)

“Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.” (Rm 5,20)

“Fortalécete con la gracia de Cristo Jesús.” (2 Tim 2,1)

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