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MORTIFICACION


“Más mortificación de amor propio que de la carne; y más mortificación de las pasiones que la oración. A un hombre que tiene mortificadas las pasiones debe bastar un cuarto de hora para encontrar a Dios.” (San Ignacio de Loyola )

“…Pronto comprendí el precio del tiempo que se me ofrecía y resolví entregarme más que nunca a una vida seria y mortificada. Al decir mortificada no quiero hacer creer que hacía penitencias. ¡Ay! Jamás he hecho ninguna. Lejos de parecerme a esas almas hermosas que desde su infancia practicaban toda clase de mortificaciones, no sentía por ello ningún atractivo. Esto provenía, sin duda, de mi cobardía, pues hubiera podido, como Celina, inventar mil maneras de sufrir. En cambio siempre dejé que me trataran entre algodones y me engordaran como un pajarillo que no necesita hacer penitencia… Mis mortificaciones consistían en domar mi voluntad, siempre pronta a salirse con la suya, en retener una palabra de réplica, en prestar pequeños servicios sin hacerlos valer, en sentarme sin apoyar la espalda, etc, etc. Practicando estas naderías me preparaba a ser esposa de Jesús, y no puedo expresar cuán dulces recuerdos ha dejado en mí esta espera…” (Santa Teresita del Niño Jesús)

“El Padre espiritual me las cambió (las mortificaciones que ella había elegido) por una mortificación interior que consistió en meditar durante la Santa Misa ¿por qué el Señor se bautizó? Esta meditación no era para mí ninguna mortificación, ya que pensar en Dios es un deleite y no una mortificación, pero hubo en ello una mortificación de la voluntad, visto que yo no hacía lo que me gustaba, sino lo que me había sido indicado y en eso consiste la mortificación interior.” (Santa Faustina – Diario 364)

“En el camino de la penitencia, sólo cuesta el primer paso.” (San Juan María Vianney)

“Estas son las grandes mortificaciones que yo desearía tomaran todos sin ningún peligro de dañarse la salud. Pues el exceso en las privaciones de alimento, o de algo semejante, nos puede perjudicar y requiere cierto equilibrio y moderación. Pero el privarse de dar disculpas ¡no quita la salud a nadie! Para lograr esto ayuda el pensar que cuando nos culpan, siempre somos, en el fondo, culpables. Si siete veces al día cae el hombre justo, sería mentira decir que no tenemos pecado. Así que, aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos enteramente sin culpa como estuvo Jesús.” (Santa Teresa de Jesús)

“Con pequeñas mortificaciones se vencen las pequeñas insidias del demonio.” (San Juan Bosco)

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